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La tríada del atletismo femenino

Introducción

La mayoría de las jóvenes y mujeres obtienen unos importantes beneficios sanitarios de una actividad física regular sin incurrir en riesgos para la salud (50, 93, 103). Se les debería animar a mantenerse físicamente activas durante todas las fases de sus vidas. Si se desarrollan lesiones o problemas médicos, estos deberían ser rápidamente identificados y tratados por profesionales que tuvieran conocimientos sobre la asistencia a mujeres activas. En 1992, la Tríada del Atletismo Femenino fue el centro de una conferencia de consenso titulada Grupo de Trabajo sobre Temas de la Mujer, en el Colegio Americano de Medicina Deportiva (141). Los tres componentes de la Tríada son:

1. Desórdenes alimenticios. Los desórdenes alimenticios se refieren a un amplio espectro de comportamientos alimenticios dañinos y a menudo ineficaces utilizados para perder peso o conseguir una imagen delgada. El espectro de comportamientos se extiende desde la gravedad de restringir la ingesta de alimentos, pasando por atracones y purgas, hasta los desórdenes definidos como DSM-IV de la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa (1, 2, 44, 61, 110, 111) Los desórdenes en los hábitos alimenticios pueden tener como resultado una morbilidad a corto y largo plazo, un menor rendimiento, amenorrea e incluso mortalidad (36, 49, 52, 94).

2. Amenorrea. La amenorrea primaria (retraso en la menarquia) es la ausencia de menstruación a la edad de 16 años en las jóvenes con características sexuales secundarias (119). La amenorrea secundaria es la ausencia de tres o más ciclos menstruales consecutivos tras la menarquia (76, 82, 92, 118, 119). La amenorrea asociada al ejercicio o a la anorexia nerviosa tiene un origen hipotalámico (8, 77, 129). La amenorrea hipotalámica produce una reducción en la producción de hormonas ováricas e hipoestrogenemia similar a la menopausia. Tanto la amenorrea hipotalámica como la menopausia se asocian a una menor densidad en los minerales óseos (6, 10, 19, 28, 30, 84, 85, 103, 104).

3. Osteoporosis. La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por una baja masa ósea y un deterioro en la micro-arquitectura del tejido óseo que produce una mayor fragilidad esquelética y un mayor riesgo de fractura (10). Una comisión de expertos organizada por la Organización Mundial de la Salud ha establecido los siguientes criterios diagnósticos (65):

 

a. Normal: una densidad de minerales óseos (DMO) que no presenta una Desviación Media (DM) de 1 por debajo de la media de los adultos jóvenes.

b. Osteopenia: una DMO con una DM entre 1 y 2,5 por debajo de la media de los adultos jóvenes.

c. Osteoporosis: una DMO con una DM superior a 2,5 por debajo de la media de los adultos jóvenes.

d. Osteoporosis severa: una DMO superior a 2,5 por debajo de la media de los adultos jóvenes y una o más fracturas debidas a fragilidad.

 

La causa principal de la osteoporosis premenopáusica en mujeres activas es una menor producción de hormonas ováricas y una hipoestrogenemia como resultado de una amenorrea hipotalámica (6, 20, 28, 30, 72, 84, 85, 104).

Postura

Basándose en un extenso estudio de la bibliografía, en estudios de investigación, en casos y en el consenso de expertos (141), la postura del Colegio Americano de Medicina Deportiva defiende que:

1. La Tríada del Atletismo Femenino es un síndrome grave que consiste en desórdenes alimenticios, amenorrea y osteoporosis. Los componentes de la Tríada están relacionados entre sí en su etiología, patogénesis y consecuencias. Dada la reciente definición de la Tríada (141), todavía no se han llevado a cabo estudios de prevalencia. No obstante, se produce no solo en atletas de elite, sino también en jóvenes y mujeres físicamente activas que participan en una amplia gama de actividades físicas. La Tríada puede tener como resultado un declive en el rendimiento físico, además de morbilidad médica y psicológica y mortalidad.

2. Las presiones internas y externas ejercidas sobre las jóvenes y mujeres para que alcancen o mantengan un peso corporal irracionalmente bajo subyacen al desarrollo de estos desórdenes.

3. Con frecuencia se niega la Tríada, no se reconoce y no se informa de su existencia. Los profesionales de la medicina deportiva deben ser conscientes de la mezcla de patogénesis y de la variada presentación de los componentes de la Tríada. Deberían ser capaces de reconocer, diagnosticar y tratar, o deberían enviar a las mujeres que presenten uno de los componentes de la Tríada a un especialista.

4. Se debería hacer un estudio de las mujeres que presentaran uno de los componentes de la Tríada para comprobar la existencia de los demás (60, 97). Los estudios de la Tríada se pueden realizar a la vez que se llevan a cabo los exámenes previos a la participación en competiciones o durante la evaluación clínica de los siguientes puntos: cambios menstruales, desórdenes en las pautas alimenticias, cambios en el peso, arritmias cardíacas incluyendo bradicardia, depresión o fractura por estrés (21, 36, 60, 61, 68, 87, 97, 112).

5. Todos los profesionales de la medicina deportiva, incluidos los entrenadores y formadores, deberían aprender a prevenir y reconocer los síntomas y riesgos de la Tríada. Todas las personas que trabajan con jóvenes y mujeres activas deberían participar en una formación atlética que resulte médica y psicológicamente sólida. Deberían evitar presionar a las jóvenes y mujeres para que perdieran peso. Deberían poseer información básica sobre nutrición y contar con fuentes de referencia sobre asesoría nutricional y sobre evaluación médica y de salud mental.

6. Los padres deberían evitar presionar a sus hijas con dietas y con pérdida de peso. Se debería educar a los padres sobre los signos y síntomas de la Tríada y poner en marcha asistencia médica para sus hijas, en caso de presentarse dichos síntomas.

7. Los profesionales de la medicina deportiva, los administradores deportivos y los agentes de las instituciones gubernamentales deportivas deberían compartir la responsabilidad de prevenir, reconocer y tratar la Tríada. Las instituciones gubernamentales deportivas deberían trabajar para poder ofrecer oportunidades y programas educativos a los entrenadores, que los formaran y los dirigieran hacia la consecución de certificados profesionales. Deberían trabajar en el desarrollo de programas para controlar a los entrenadores y personal interesado, y garantizar unas prácticas de entrenamiento seguras.

8. Se debería educar a las jóvenes y mujeres físicamente activas en temas de nutrición adecuada, prácticas de entrenamiento seguras y síntomas y riesgos de la Tríada. Se les debería enviar a exámenes médicos ante el primer signo de cualquiera de los componentes de la Tríada.

9. Hace falta contar con una investigación más profunda sobre la prevalencia, causas, prevención, tratamiento y secuelas de la Tríada.

 

Antecedentes de la declaración de postura

Composición Corporal

Existe una mayor conciencia de la influencia que tiene la composición corporal en el rendimiento atlético. En algunas actividades, un aumento en el peso corporal puede disminuir el rendimiento (137). No obstante, la presión para reducir el peso corporal o el porcentaje de grasa corporal hasta niveles irracionales contribuye a desarrollar desórdenes en los hábitos alimenticios (127, 140). Una pérdida de peso excesiva puede producir una pérdida de masa sin grasa, deshidratación y una disminución en el rendimiento (16, 136). Un atleta que durante su entrenamiento reduzca de forma inadvertida o consciente la ingesta energética a menos de su gasto energético puede desarrollar problemas similares dependiendo de la magnitud y duración del desequilibrio energético. Resulta crucial reconocer las limitaciones de las técnicas actuales para medir la composición corporal y los problemas relacionados con el establecimiento de niveles de grasa corporal relativa. La densitometría, que utiliza la técnica hidrostática de pesado, se considera la norma de referencia para evaluar la composición corporal (58, 67). Sin embargo, existe una gama de error de por lo menos 3-4% en la población normal y sana con esta técnica (73, 83). Ahora existen a nuestra disposición nuevas técnicas como el análisis bioeléctrico de impedancias y la absorciometría de energía dual de rayos X (DXA) (62), aunque su precisión, en particular en el caso de poblaciones de atletas delgados, no se ha establecido de forma precisa (67, 83, 138). Es especialmente preocupante la aceleración de los desórdenes alimenticios en jóvenes y mujeres activas que se encuentran muy sensibilizadas con respecto a su peso corporal por una excesiva importancia o por infravaloración de la grasa corporal. Las mediciones publicadas de valores medios para la grasa relativa corporal en pequeños números de atletas (137) son arbitrarias. No reconocen el error en las mediciones, la amplia variación en el porcentaje de grasa corporal que se asocia a un rendimiento con éxito, y la variación genética dentro de un somatotipo particular (137). Si se han de establecer medidas, se debería marcar una gama de valores que reconocieran tanto la variabilidad individual como el error metodológico (137) Se debería justificar el límite superior de la gama para cada persona y marcar un nivel alcanzable con el menor riesgo de acelerar desórdenes alimenticios. El nivel inferior de la gama debería representar el valor más bajo alcanzado por los atletas de elite sanos y que no mostraran ninguno de los signos o síntomas de desórdenes alimenticios. Una mayor investigación debe documentar la influencia de una pérdida de peso excesiva y una privación calórica tanto sobre la salud como sobre el rendimiento (14, 16, 47, 56)

Desórdenes alimenticios

Durante la pubertad, los jóvenes deben ganar masa muscular y se les anima a ganar peso para mejorar el rendimiento físico. Por el contrario, las jóvenes ganan grasa corporal durante la pubertad, y se les anima a perder peso para mejorar el rendimiento y/o la imagen. La mayoría de las jóvenes y de las mujeres intentan conseguir una delgadez irreal debido a las normas sociales y a la presión de su entorno. Pueden intentar perder peso o grasa corporal restringiendo calorías o a través de una amplia gama de malos hábitos alimenticios (34, 107, 110, 111, 125-127). Estas prácticas se producen en un gran espectro e incluyen el ayuno, las píldoras de dietas, los laxantes, los diuréticos y los vómitos. Los comportamientos alimenticios restrictivos incluyen no equilibrar, inadvertidamente, el consumo energético con una ingesta energética adecuada, episodios de ayuno y hambre voluntario crónico. Una restricción calórica significativa reduce el ritmo metabólico y produce cambios en los sistemas musculoesquelético (6, 104, 113, 133), cardiovascular (3, 56, 57, 68, 94), endocrino (55, 97, 103, 131), termorregulador (94) y otros. La anorexia nerviosa es el extremo de los comportamientos alimenticios restrictivos en que la persona se ve con sobrepeso y teme ganar peso aunque se encuentre un 15% por debajo de su peso corporal ideal. La amenorrea es uno de los criterios diagnósticos del DSM-IV de la anorexia nerviosa (2). El comportamiento bulímico es un ciclo de restricción alimenticia o ayuno que lleva a una alimentación excesiva o a atracones (producidos por el hambre físico), seguidos de purgaciones. El comportamiento purgante incluye vómitos, el uso de laxantes, diuréticos o enemas y un exceso de ejercicio (2). Las pérdidas de fluidos y electrolitos durante las purgaciones son las principales causas de morbilidad a corto plazo, incluyendo la deshidratación, los desequilibrios en la base ácida y en los electrolitos, y la arritmia cardíaca (49, 52, 68). Las purgaciones pueden tener como resultado problemas físicos crónicos que incluyen desórdenes gastrointestinales, el aumento de la glándula parótida (69) o la erosión del esmalte dental (52, 97, 106). Los problemas psicológicos agudos y crónicos que se asocian al ciclo de atracón-purgación incluyen una baja autoestima, ansiedad, depresión y suicidio (1, 2, 43, 44). En el extremo más grave del espectro de los desórdenes alimenticios nos encontramos con los desórdenes de la anorexia nerviosa y bulimia nerviosa (2). Entre el 0,5% y el 1% de las mujeres jóvenes sufre de anorexia nerviosa y entre el 1% y el 4% sufre de bulimia nerviosa, tal y como las definen los criterios diagnósticos psiquiátricos de DSM-IV (1, 2). Hay muchas mujeres que presentan desórdenes alimenticios crónicos que no encajan con esos estrictos criterios. No obstante, esas mujeres que se preocupan en exceso por el peso, la alimentación y la imagen corporal, se encuentran en una situación de riesgo de morbilidad y mortalidad y necesitan evaluación y tratamiento (14, 44, 120). ¿Se encuentran las atletas y las jóvenes y mujeres físicamente activas en mayor riesgo de sufrir desórdenes alimenticios que el resto de la población? Es difícil llevar a cabo estudios de prevalencia precisos con poblaciones atléticas. Las atletas a menudo niegan malos hábitos alimenticios en los cuestionarios oficiales (15). La prevalencia documentada de desórdenes alimenticios en algunos atletas universitarios y de elite es igual o superior a la prevalencia hallada en la población general (15, 34, 91, 110, 111, 125, 126). Hay muchos factores que contribuyen al desarrollo de malos hábitos alimenticios, e incluyen las presiones sociales a favor de la delgadez (107, 120, 124), las dietas crónicas (14, 15), la baja autoestima y la depresión (43), las disfunciones familiares (86, 108), el abuso físico o sexual (109) y factores biológicos (66). Los factores adicionales en el caso de las atletas abarcan acentuar el peso y la grasa corporales por motivos deportivos, el perfeccionismo, la falta de conocimiento nutricional, el deseo de sobresalir y ganar a toda costa, el impacto de las lesiones y la presión de que pierdan peso por parte de los padres, entrenadores, jueces y otras personas interesadas (74, 107, 127, 136, 140, 143). Cuando se ha analizado, se ha descubierto que hay muchas atletas que piensan que los desórdenes alimenticios son inocuos (110, 143). Se les dice, o creen, erróneamente, que perder peso por cualquier medio mejora el rendimiento (110). En realidad, una ingesta calórica inadecuada y unos malos hábitos alimenticios dañan el rendimiento físico y la salud (16, 47, 56). Se producen problemas derivados del vaciado de los almacenes musculares de glicógenos, una pérdida de masa muscular, hipoglicemia, anomalías en los electrolitos, anemia, amenorrea y osteoporosis (9, 16, 36, 49, 52, 97). Los desórdenes alimenticios son enfermedades crónicas con secuelas médicas y psicológicas serias, que incluyen depresión, abuso de sustancias y muerte por suicidio o arritmia cardíaca (1, 44, 49, 52, 57, 68, 94, 99, 140). El tratamiento requiere un enfoque individualizado, a largo plazo y multidisciplinar. Habitualmente implica a médicos, profesionales de la salud mental y dietistas profesionales con el apoyo de la familia y otras personas importantes del entorno (43, 60, 108, 112, 128). El pronóstico de recuperación dependerá de una pronta intervención, de la duración y gravedad del desorden y de la voluntad de la persona de buscar ayuda y mantener el tratamiento.

Amenorrea

El ciclo menstrual mensual es una interacción compleja de los sistemas endocrino y reproductor. Los estímulos externos afectan al sistema a través de unas señales hormonales enviadas al hipotálamo. Hace tiempo que se ha reconocido el cese de la menstruación que coincide con el entrenamiento físico (8, 17, 22, 38, 39, 76, 78, 80, 82, 98, 116, 142). No obstante, la etiología, la prevalencia, las secuelas y el tratamiento de la amenorrea asociada al ejercicio no son del todo conocidos. Entre el 2% y el 5% de las mujeres en edad reproductora que no se encuentran embarazadas o amamantando, experimenta algún tipo de amenorrea secundaria (5, 95, 121). Los estudios indican que entre un 1% y un 44% de las mujeres atléticas experimenta amenorrea en un momento dado (22, 38, 39, 76, 98). La causa directa de la amenorrea y de la subsiguiente supresión ovárica en las mujeres físicamente activas (77, 78, 80, 82, 129) es una reducción en la frecuencia de los pulsos de la hormona luteinizante (HL) de la glándula pituitaria. Se piensa que la reducción de la frecuencia en los pulsos de la HL se debe a una reducción en la frecuencia de los pulsos de la hormona liberadora gonadotrófica (HLGn) segregada por el hipotálamo. La regulación de las células secretoras de la HLGn es el centro de la investigación actual sobre la amenorrea (77, 78, 80). En la década de los años setenta, se postuló que un bajo peso corporal (41) y una cantidad insuficiente de grasa corporal (42) producían amenorrea. La investigación posterior ha refutado esas hipótesis y ha indicado que hay otros factores implicados (12, 76, 114, 122). Un estudio indujo de forma experimental desórdenes reproductivos imponiendo de manera abrupta un alto índice de ejercicio intenso a la vez que se controlaba la ingesta en la dieta (17). Por lo tanto, se están investigando el estrés debido al ejercicio y la disponibilidad energética como causas potenciales de la interrupción en el generador de pulsos de HLGn. La hipótesis de que el estrés debido al ejercicio interrumpe la generación de pulsos de HLGn se basa en una investigación sobre si los electrochoques activan el eje hipotalámico-pituitario-adrenal e interrumpen la función reproductora en animales (105) y en observaciones de los altos niveles de cortisol en descanso (27, 77) y en respuestas atemperadas del cortisol ante el ejercicio en atletas amenorréicas (25, 75). Quienes proponen la hipótesis del estrés debido al ejercicio consideran que el cortisol es la hormona del estrés. Se puede definir la disponibilidad energética como la ingesta energética alimenticia menos el consumo energético debido al ejercicio. No obstante, resulta difícil medir con precisión tanto la ingesta energética alimenticia como el consumo energético debido al ejercicio. La hipótesis según la cual una baja disponibilidad energética interrumpe la generación de pulsos de HLGn se basa en informes muy extendidos de que las mujeres atletas consumen menos energía alimenticia de lo que parecerían necesitar para sus niveles de actividad (139) y de las observaciones de los bajos niveles de T3 (79, 89) y del equilibrio energético negativo en las atletas amenorréicas (18, 35, 89). Los desórdenes menstruales se pueden deber a un desequilibrio entre la ingesta energética alimenticia y el gasto energético debido al ejercicio, en lugar de deberse al propio ejercicio. Quienes proponen la hipótesis de la disponibilidad energética consideran que el cortisol es un regulador de las concentraciones de glucosa en la sangre. Un reciente experimento en mujeres entrenadas eumenorréicas indicó que la pulsatilidad de la HL quedó suprimida tras tres días de entrenamiento y ejercicio, además de reducirse la ingesta alimenticia, aunque no se suprimió al suplementarse la ingesta alimenticia (135). En otro experimento, la frecuencia del pulso de la HL se redujo tanto en mujeres que no se ejercitaban, pero cuya ingesta alimenticia se restringió, como en mujeres que se ejercitaban y cuya ingesta alimenticia no se suplementó ante el gasto energético del ejercicio (81). El mismo estudio también indicó que el estrés del ejercicio no redujo la frecuencia del pulso de la HL, independientemente del ejercicio en las mujeres en las que se encontraron disponibilidades similares de energía (81). Los atletas de resistencia, dado el gran consumo energético que tienen debido al deporte, pueden presentar una carencia energética si consumen las mismas dietas que nutren de forma adecuada a mujeres sedentarias. Tal vez no den prueba de desórdenes alimenticios y quizás no estén restringiendo sus dietas de forma consciente. No obstante, podrían consumir de forma inadvertida menos calorías de las necesarias para mantener su gran consumo energético, y podrían desarrollar una amenorrea como resultado del desequilibrio energético. (35, 89). Para evitar alteraciones en sus hormonas reproductoras y en su función menstrual, las mujeres físicamente activas podrían necesitar poner en práctica pautas alimenticias que les permitieran alcanzar ingestas energéticas que se equipararan con su consumo de energía. La amenorrea, que en el pasado se consideraba una condición benigna y reversible (38, 142), se ha relacionado con la perdida prematura de BMD desde 1984 (19, 28, 84). La amenorrea no es de desear ni un resultado "normal" del entrenamiento físico (92, 118, 119). Se trata de un síntoma de un problema subliminal que requiere una evaluación médica antes de transcurridos los tres primeros meses de su aparición (21, 54, 92, 118, 119). Sin embargo, hay muchas mujeres físicamente activas, cuyos entrenadores y asesores no consideran que la amenorrea sea algo anormal, por lo que no informan acerca de ello. Existen mujeres que incluso se alegran de la circunstancia de no menstruar. Algunas personas consideran erróneamente que la amenorrea es un indicativo de una correcta intensidad en los entrenamientos, en lugar de un síntoma que necesita atención médica. La amenorrea es el síntoma más reconocible de la Tríada del Atletismo Femenino, y las mujeres y sus asesores deben estar informados de que la amenorrea requiere una rápida evaluación médica que analice sus causas y sus implicaciones. La evaluación y la interrupción de la amenorrea resultan impredecibles en mujeres amenorreicas. Dado que la ovulación precede a la menstruación, todas las mujeres sexualmente activas deberían someterse a pruebas de embarazo como parte de sus exámenes médicos y recibir asesoramiento anticonceptivo. (90, 21). La amenorrea asociada al ejercicio es un diagnóstico de exclusión, y se han de rechazar todas las demás causas de amenorrea por medio de un examen médico detallado (92, 54, 118, 119). Se debe animar a las mujeres amenorreicas a ingerir un mínimo de 1.500 mg de calcio elemental al día para garantizar un nivel adecuado de calcio (21, 92).

Se han presentado informes de casos en que se ha suspendido la amenorrea tras lesiones, durante un menor entrenamiento y tras una mayor ingesta calórica (29, 31, 32, 68, 70). No obstante, no hay datos epidemiológicos sobre el índice de éxitos alcanzados por ningún cambio en el estilo de vida o por ningún tratamiento para interrumpir la amenorrea, mejorar la masa ósea o la fertilidad (114). Se necesitan más investigaciones prospectivas sobre la amenorrea asociada al ejercicio para establecer su patogénesis y dirigir con precisión las intervenciones y la terapia.

Osteoporosis

Las bajas concentraciones de hormonas ováricas en atletas amenorréicas y oligomenorréicas se asocian a una menor masa ósea y a mayores índices de pérdida ósea. Esta pérdida resulta similar a la pérdida ósea que se produce en mujeres postmenopáusicas o en mujeres que presentan una condición hipoestrogénica con un fallo ovárico prematuro, un tumor en la pituitaria o anorexia nerviosa (37, 104, 113, 115). En estudios anteriores (19, 28, 84), solo se informó de una reducción en BMD en la columna vertebral. Las nuevas técnicas, más precisas, para medir BMD en otros puntos, indican que el déficit parece estar más generalizado en todo el esqueleto (87, 88, 101, 102). Que se observe pérdida ósea en todos los puntos podría depender en parte de la extensión de la carga mecánica en los puntos específicos de los distintos deportes (123). Los malos hábitos alimenticios asociados a una baja ingesta de calcio, combinados con una disfunción menstrual, podrían exacerbar la pérdida ósea. No todas las atletas amenorreicas presentan una baja masa ósea. El estado de su esqueleto depende de la duración y gravedad de la irregularidad de su menstruación, además de otros factores que influyen en su BMD antes del comienzo de la amenorrea: el tipo de carga esquelética durante la actividad, su estado nutricional y un componente genético. (24).

La mayor preocupación para las atletas con una BMD debida a una hipoestrogenemia se relaciona con el riesgo de fracturas durante sus años de competición y los futuros riesgos de fracturas por osteoporosis prematuras (132). Se han documentado en jóvenes mujeres que sufren de anorexia nerviosa fracturas de cadera y fracturas de compresión múltiple en la columna, que son habituales en mujeres en edad avanzada (13, 104). Aunque las atletas con poco peso no cumplan todos los criterios de la anorexia nerviosa o de la bulimia nerviosa, una inadecuada ingesta calórica y una nutrición pobre dirigida a conseguir un peso irracionalmente bajo podrían colocar a esas mujeres en una situación de riesgo de sufrir fracturas serias (33, 90). Hay estudios que indican una mayor incidencia de lesiones y fracturas debidas a la tensión entre atletas amenorreicas y oligomenorreicas, en comparación con la eumenorreicas (9, 33, 71, 132). Un estudio (87) indica una menor BMD en mujeres atletas que presentaban fracturas debidas a la tensión que entre los controles sin lesiones. Este hallazgo no se confirmó en otro estudio (48). Aunque el estado hipoestrogénico no constituye un requisito previo para las fracturas debidas a la tensión, una baja BMD podría poner a las atletas en una mayor situación de riesgo. Los investigadores (20, 30, 45, 72, 85) informan de que el historial menstrual previo es el factor más importante para predecir la BMD actual. Las mujeres que tienen un historial de amenorrea presentan una BMD inferior en comparación con quienes han sido cíclicas. Dado que el índice de pérdida ósea en las mujeres hipoestrogénicas es el más elevado en los 5-6 años posteriores a la reducción de los niveles de estrógenos endógenos, tal vez solo existiera un pequeño resquicio u oportunidad para iniciar una terapia de intervención y evitar una pérdida ósea irreversible. En la atleta adolescente, una mala nutrición y una condición hipoestrogénica podrían tener como resultado una falta de adherencia ósea durante los años críticos de consolidación esquelética (6, 26, 46, 63, 100, 134).

Una pregunta importante es si se puede tratar o alterar la condición hipoestrogénica de una BMD baja y si se puede conseguir una masa ósea normal. Las nuevas técnicas para medir la densidad ósea, en particular la absorciometría de rayos X de energía dual (DXA) (62) pueden identificar a aquellas personas que tienen una BMD y, si se hace en serie, evaluar a quienes están perdiendo hueso rápidamente y controlar su respuesta ante la terapia. Hay tres estudios (29, 64, 70) que indican un aumento de la BMD en atletas amenorreicas que han vuelto a su menstruación normal, aunque parece ser que esas ganancias pudieran ser limitadas. Se ha demostrado que hay atletas amenorreicas que han utilizado terapia de sustitución hormonal en dosis utilizadas en mujeres menopáusicas y han mantenido la BMD, aunque no se han producido recuperaciones (51).

¿Quién se está arriesgando?

En potencia, todas las jóvenes y mujeres físicamente activas podrían encontrarse en una situación de riesgo de desarrollar uno o más componentes de la Tríada. Los cambios biológicos, la presión del entorno, la defensa social de la delgadez y la preocupación por la imagen corporal se producen durante la pubertad y hacen que la adolescencia sea la época más vulnerable. Otro factor de riesgo puede ser la participación en deportes que enfaticen un bajo peso corporal. Entre esos deportes se incluyen:

1. Deportes en los que se puntúa de forma subjetiva el rendimiento (danza, patinaje artístico, salto de trampolín, gimnasia, aeróbic)

2. Deportes de resistencia que acentúen un bajo peso corporal (carreras de fondo, ciclismo, esquí de fondo)

3. Deportes que requieran para la competición ropas que revelan el contorno corporal (voleibol, natación, salto de trampolín, carreras de cross, esquí de fondo y las labores de las animadoras deportivas)

4. Deportes que utilizan las categorías de los pesos para su participación (equitación, algunas artes marciales, lucha, remo)

5. Deportes que ponen énfasis en una silueta de cuerpo prepúber para alcanzar el éxito durante una actuación (patinaje artístico, gimnasia, salto de trampolín)

 

Los atletas masculinos, en particular en aquellos de deportes de resistencia que exigen un control del peso, también se encuentran en una situación de riesgo producida por los malos hábitos alimenticios (4, 23) y la anorexia nerviosa. Un ejercicio extenso y la anorexia nerviosa se han asociado en los hombres al hipogonadismo y a la osteoporosis (4, 40, 53, 59, 104). La Tríada del Atletismo Femenino también se producen en jóvenes y mujeres físicamente activas que no se están entrenando o compitiendo en un deporte específico.

Conclusión

Basándose en la evidencia existente sobre la magnitud y la gravedad de los problemas asociados a la Tríada del Atletismo Femenino, el Colegio Americano de Medicina Deportiva recomienda fehacientemente que se desarrollen estrategias específicas para prevenir, reconocer y tratar este síndrome. Se deben desarrollar estrategias específicas de prevención, supervisión, investigación, estudio de consecuencias sobre la salud, asistencia médica y educación pública y profesional, que deberán ser implantadas y controladas. Los grupos que constituyen los objetivos de la educación incluyen a los entrenadores, padres, atletas, compañeros, administradores deportivos, agentes de las instituciones gubernamentales y profesionales de la salud que trabajan con personas físicamente activas. Hace falta una mayor investigación en muchos campos relacionados con la Tríada: desórdenes alimenticios de composición corporal, amenorrea, osteoporosis, factores psicológicos, prevalencia, síntomas de aviso, tratamiento y resultados. Los estudios prospectivos longitudinales deberían incluir a atletas y a mujeres y hombres físicamente activos en diversas actividades, edades, deportes y antecedentes. Se deberían desarrollar modelos sanos y positivos que resulten deportiva y étnicamente relevantes para las jóvenes y las mujeres físicamente activas. Es necesario desarrollar más directrices para el reconocimiento, evaluación, tratamiento y admisión para la participación de los atletas, que se deberán difundir entre los públicos a los que se quiere llegar. Los administradores y agentes de las entidades gubernamentales deportivas deben desarrollar normas y fomentar la certificación de los entrenadores y de las prácticas de entrenamiento y controlar a las jóvenes para evitar y tratar la Tríada del Atletismo Femenino.

Reconocimientos

Esta declaración fue revisada para el Colegio Americano de Medicina Deportiva por la mayoría de los miembros, por el Comité de Dictámenes y por: Dra. Rosemary Agostini, FACSM, Dra. Joan Duda Roger Goldingay, Dra. Constance M. Lebrun, FACSM, Dra. Aurelia Nattiv, Dra. Randa Ryan, Dra. Christine Snow, FACSM, Dr. Steven P. Van Camp, Dra. Michelle Warren y Dra. Kimbedy K. Yeager.

Esta declaración fue redactada para el Colegio Americano de Medicina Deportiva por: Dra. Carol L. Otis, FACSM, (Presidenta) Dra. Barbara Drinkwater, Dra. Mimi Johnson, FACSM, Dra. Anne Loucks, FACSM y Dr. Jack Wilmore, FACSM.

Resumen

Postura del Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM) sobre las recomendaciones acerca de la Tríada del Atletismo Femenino, Med. Sci. Sports Exerc., Vol. 29, Nº 5, pp i-ix, 1997. La Tríada del Atletismo Femenino es un síndrome que se produce en mujeres y jóvenes físicamente activas. Sus componentes se relacionan entre ellos y son desórdenes alimenticios, amenorrea y osteoporosis. Bajo el desarrollo de la Tríada nos encontramos con la presión a la que se somete a las jóvenes para conseguir o mantener un peso corporal irracionalmente bajo. Aquellas adolescentes y mujeres que se entrenan en deportes en los que se acentúa el bajo peso corporal por motivos de la actividad atlética o de la imagen son las que se encuentran en una mayor situación de riesgo. Se debería buscar entre las jóvenes y las mujeres que presentan uno de esos componentes el resto de ellos. Solos o combinados, los desórdenes producidos por la Tríada del Atletismo Femenino pueden reducir el rendimiento físico o producir morbilidad y mortalidad. Es necesaria una mayor investigación sobre sus causas, prevalencia, tratamiento y consecuencias. Todas las personas que trabajan de forma física con jóvenes y mujeres deberían recibir formación sobre la Tríada del Atletismo Femenino y desarrollar planes para prevenir, reconocer, tratar y reducir sus riesgos.

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